La caries es una enfermedad infecciosa que afecta a los tejidos de los dientes. Las bacterias de la placa bacteriana, que se depositan sobre los dientes, se nutren de los hidratos de carbono que quedan en nuestra boca tras la ingesta de comida, y producen ácidos que rompen el esmalte dentario. La saliva neutraliza en mayor o menor medida estos ácidos pero su acción no es efectiva hasta pasados al menos 20 minutos.
Puede que el proceso se detenga aquí dando lo que se llama una caries retenida, pero lo habitual es que progrese y llegue hasta la dentina. Aquí la progresión es mucho más rápida que en el esmalte, ya que la dentina es menos resistente que éste. En este momento el diente puede doler o no doler.
Si sigue avanzando, llega hasta la pulpa (alojada en la cámara pulpar) donde se encuentra el nervio del diente. La afectación de este nervio provoca dolor y más tarde acaba con él. A partir de aquí ya no se siente dolor pero se produce acúmulo de pus que no tiene más vía de salida que la punta de la raíz.
El pus así acumulado produce un flemón. A veces el organismo reacciona ante el agente extraño que es el pus y crea alrededor una especie de cápsula que lo aísla produciéndose entonces lo que llamamos un abceso.